Ella que dice que esta “chocha”…
…ya que se le olvidan muchas palabras, como nombres de cosas, lugares, personas…
Nos encontramos en ese lugar de paredes blancas con los bajos en verde, sin decoración, con muchos cables, maquinaria… donde las horas se hacen eternas, las preguntas que me hago son tantas y las respuestas tardan demasiado en ser contestadas.
Cada vez que entra una “bata” blanca, pienso ¿qué ocurrirá ahora? diciéndome a mi misma que no pasa nada, todo va ha terminar bien.
Ella sigue perdiendo la memoria y las formas, ¡lo pierde todo! excepto su nombre ya que se lo pregunto para hacerle recordar, y ya jamás pierde su nombre.
Me dice; hija mía cuando nos vamos ¡estoy cansada de estar aquí!, yo con el alma en un puño le digo; pronto nos vamos a casa, quédate tranquila.
Ayer le vi, regresó a Itaca, pero estaba algo perdido, absorto.
-Ulises, -le llamé-. ¡Aquí! ¿Qué te pasó?
- No sé, -me contestó- ¿Dónde está?
- ¿Quién? -le pregunté-.
- No sé, lo olvidé… no consigo recordar como se llamaba, no logro acordarme de su nombre.
- Yo te lo recordaré. Su nombre es: ¡Penélope!. ¡Penélope! –le repetí-. Recuerda, no lo debes borrar de tu memoria. Tal es el caso que estoy seguro que así, como se lo dije, él lo inmortalizará, porque le argumenté que ella es una mujer genial. ¿Recuerdas?
- ¡Penélope! pensó. ¿Cómo podía recordarla después de tanto tiempo? Y a la vez, ¿cómo podía haberla olvidado? Ella seguía allí donde queda aquello que no puede borrarse y ya jamás pierde su nombre. ¡Penélope!.
Esa misma tarde volvieron a reencontrarse. Ya no podría abandonarla, no podría volver a olvidarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario